Por: Felipe Villafaña
La expulsión de Maricela Velázquez y su madre Maricela Sánchez Cortéz, del PRI, prácticamente deja a este partido con contados militantes, porque desde que llegó a la presidencia del Comité Directivo Estatal en Morelos, Jonathan Márquez, hay una baja sensible dentro de la militancia del tricolor.
De hecho, ya es necesario que desde el Consejo Estatal Electoral, haya una revisión a las militancias de todos los partidos políticos en la entidad, porque al parecer ya con tantas expulsiones y renuncias ninguno cumple con la legalidad para mantener su registro.
Algo pasa dentro del PRI en Morelos que no hay un liderazgo real y todo queda en imposiciones, donde su transición generacional sigue sin darse y está más dividido que en otros tiempos.
La solicitud de expulsión hacia Maricela Velázquez y Maricela Sánchez Cortéz, por parte de Jonathan Márquez, se entiende como morder la mano de una familia que lo impulsó en su carrera política, quien también le dio trabajo y un tiempo le mató el hambre.
La carta que presentó de violencia de género política sobre el joven dirigente de priísta la hija de Maricela Sánchez Cortés, traerá consecuencias, en la imagen de un chamaco que desconoce que a las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una rosa, eso en el tema social.
En lo político, queda manchada la imagen de Jonathan, porque las acusaciones de su ex compañera de comité son vistas por los organismos y colectivos feministas como un agravio fuerte al sector.
Dentro del plano partidista es notable que viene la extinción del PRI no por la falta de votos ciudadanos, sino por los mismos errores de su dirigencia estatal y en momentos que hay una severa crisis interna.
El que ya no esté Maricela Sánchez ni Maricela Velázquez en el otrora partido aplanadora, dice mucho, lo mismo que las ausencias de Amado Orihuela, Víctor Hugo Manzo Godínez, César Cruz Ortiz, Karla Parra y otros liderazgos de Jiutepec como la familia Tovar Enríquez, los Casillas y en Cuernavaca prácticamente estén desaparecidos y sin comité municipal.
Los sepultureros del Partido Revolucionario Institucional, es su dirigencia estatal, con algunos jóvenes y otros no tanto que se dejaron llevar por rencores sin sustento y revanchismos personales.
El manejo de Maricela Velázquez de un grupo de ciudadanos en Cuernavaca es innegable, como en Axochiapan –de donde es su madre-, Cuautla, Jojutla, la zona sur y parte del oriente que es en donde construyó su capital político.
La morralla de militantes que hoy le queda al PRI, no le da el suficiente presupuesto para seguir con el registro y las prerrogativas como instituto político, porque también ya no existe un sector campesino, obrero ni popular como en sus viejos tiempos, de las organizaciones de mujeres y jóvenes ni hablar son imaginativas como sus comités municipales.
A los errores de Jonathan Márquez se unió la Comisión de Justicia Partidaria del Comité Ejecutivo Nacional que avaló el berrinche del chamaco, sin sopesar el peso político de las Maricelas.
Los argumentos sobre la expulsión de la ex secretaria general del CDE del PRI, son por traición, pero si se aplicará eso sobre el presidente provisional entonces habría traicionado una vez más a quien le tendió la mano y lo impulso al asiento que hoy tiene en ese vetusto edificio de las calles de Amacuzac y Yucatán, allá en la colonia Vista Hermosa de Cuernavaca.
Al hundirse el barco, no cabe duda que seguirá el éxodo de militantes de muchos años y aquellos que sin buscar un cargo público y solo estar por amor a la camiseta se saldrán, por cierto, con la nostalgia de no haber tenido la menor oportunidad de reconstruir un PRI con un joven que al momento sigue sin entender todo el peso histórico que trae encima. ¡Qué pena, de verdad, que pena!. Por hoy es todo.
CARO PAGARÁ LA FACTURA, EL IMBERBE JONATHAN MÁRQUEZ, SU OSADIA DE HABER EXPULSADO DEL PRI A LAS MARICELAS…
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